
Meses de agitación política, guerra y caída en picada de su popularidad. Esa era el escenario que enfrentaba el primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, antes de la guerra contra Irán. Una inestabilidad institucional y de liderazgo que, según aliados y analistas, será replanteada tras el anuncio del cese al fuego en su ofensiva apoyada por Estados Unidos de la mano de Donald Trump.
Durante un asalto aéreo de 12 días, Israel bombardeó infraestructura nuclear en el interior de Irán, eliminó a múltiples altos mandos militares y científicos de un país declarado como uno de sus principales enemigos, además de atacar diversas instalaciones de misiles en todo el país.
Ambas naciones acordaron un alto el fuego el martes, y aunque se acusaron mutuamente de no respetarlo en las horas posteriores a su anuncio, Netanyahu rápidamente salió al paso para reclamar la victoria total. “El Estado de Israel ha alcanzado grandes logros históricos y se ha situado al lado de las superpotencias mundiales“, declaró el gobierno.
El tono de triunfo y grandilocuencia distaba mucho del que profesaba el 7 de octubre de 2023, cuando un ataque sorpresa de militantes de Hamás desde Gaza provocó el mayor fracaso de seguridad en la historia de Israel.
El evento fue un golpe devastador a la reputación de Netanyahu como guardián de la nación, que había sido cuidadosamente forjada, y provocó el hundimiento de su apoyo público.
La nube de Gaza y los beneficios de Irán
Netanyahu ha centrado sus esfuerzos en dirigir su discurso público en la guerra de Irán, su gran último logro. Sin embargo, la guerra contra Hamás en Gaza sigue su curso, lo que sirve como un recordatorio constante de los errores cometidos en 2023.
Lo más seguro es que la presión sobre el primer ministro aumente, con el fin de que consiga un acuerdo que ponga fin a los combates y garantice la liberación de todos los rehenes restantes. El conflicto hasta la fecha ha dejado más de 56.000 palestinos muertos, según autoridades locales de salud.
Pero más allá de lo que se vuelve a avecinar con Gaza, los beneficios políticos de la misión iraní ya son patentes. Una encuesta publicada la semana pasada afirmaba que el 83% de los israelíes judíos apoyaban el ataque a Irán.
Finalmente, los encuestadores afirmaban que el partido Likud de Netanyahu, que durante mucho tiempo se pronosticaba que perdería el poder en cualquier elección nacional próxima, ahora gana terreno en la esfera pública. Dependerá ahora del líder israelí como buscará capitalizar concretamente la operación en Irán.