
El presidente Arturo Alessandri, en 1938, anunciaba el retiro de Chile de la Sociedad de las Naciones, el organismo creado después de la Primera Guerra Mundial y que antecedió a la Organización de Naciones Unidas (ONU) con sus conflictos actuales.
Entre los motivos a los que apuntó el mandatario tenía que ver con la falta de atención o de consulta ante las decisiones que tomaba la organización, una tónica que se repite y se mantiene con la gran mayoría de países hasta el día de hoy.
Así lo explicaba a EL DÍNAMO el historiador de la Universidad de Santiago (USACH), Cristian Garay, quien usa el caso para explicar cómo es que actualmente este tipo de agrupaciones —como la ONU, la OTAN, el BRCIS, la OEA o la Organización de Cooperación de Shanghái— no logran llegar a detener conflictos o evitar guerras entre países a lo largo del globo como la ocurrida en Medio Oriente.
“Lo que se decide en la Asamblea General de la ONU, y por su secretario general, es meramente un pronunciamiento moral, pues al igual que en la Sociedad de las Naciones, lo ejecutivo se dirime por las cinco potencias que tienen derecho a veto en el Consejo de Seguridad“, dice Garay.
China, Francia, Rusia, Reino Unido y Estados Unidos en la ONU tienen la potestad de anular unilateralmente resoluciones o decisiones adoptadas por el resto de países sobre diversos conflictos, eliminando la opción de tomar decisiones con efectos reales.
“La fuerza predomina sin disimulo porque el régimen de gobernanza global, que seguían los chicos y respetaban los grandes, ya no unifica al sistema internacional. Por eso Naciones Unidas no puede resolver con discursos ni la guerra de Gaza, la de Ucrania”, indica el académico de la USACH, añadiendo que las grandes potencias gozan de “inmunidad de las reglas para obligar a los demás“.
“Mientras hubo bajo nivel de conflictividad llegamos a creer que ese régimen de paz se mantendría como algo natural, pero ya en 2014 con la invasión de Crimea se evidenció que no”, sostiene Garay. Los ejemplos son varios: “Turquía, Israel, Irán y otros actores nos hicieron ver que los objetivos estatales están primeros. Venezuela, Nicaragua, Siria nos demostraron que las cárceles de adentro también eran intocables a una solución política negociada”.
Para el historiador, el multilateralismo fue “abandonado por las grandes potencias” y por un grupo “activo de potencias intermedias”, como India, Sudáfrica, Brasil, que junto a China y Rusia fundaron el grupo del BRICS, “para promover razonamientos geoestratégicos como se dice ahora”.
“La alteración de las reglas afecta en último caso a las grandes potencias. No pueden librar una guerra nuclear sin autodestruirse. En consecuencia, llegar a principios de convivencia civilizados es imperativo para no arriesgar su capital político”, agrega Garay.
“Tendremos una década turbulenta hasta que se asiente una distribución de poder en la triada (Estados Unidos, China y Rusia) que los demás países puedan reconocer para retomar el multilateralismo a nivel de los restantes países. Porque como dijo Raymond Aron (filósofo y sociólogo francés), los grandes escriben las reglas para los demás, no para sí mismos“, concluye.