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Soñar como un acto político de resistencia

Yo elegí creer que se pueden lograr cosas grandes, que se puede vivir de manera más positiva y que se puede cambiar el mundo desde donde sea que estemos. Chile necesita más soñadores que hagan, más visionarios que construyan, más personas que entiendan que soñar -lejos de ser un escape de la realidad- es la forma más potente de transformarla.

Vivimos tiempos donde pareciera que el deporte nacional se ha convertido en ver quién se equivoca más, quién grita más fuerte o quién es más agresivo en redes sociales. La agenda pública parece dominada por los extremos y la búsqueda del error ajeno, más que por la construcción de algo mejor. Entre tanto ruido, muchos nos preguntamos: ¿Dónde están los que proponen? ¿Dónde están los que crean para creer más en Chile?

En días así, me atrevo a plantear algo que quizá suene ingenuo, pero que considero profundamente político: soñar es un acto de resistencia. Mantener vivas las utopías, creer que algo mejor es posible e imaginar futuros distintos no es evasión, es un desafío a la inercia y al pesimismo.

Pero soñar no es esperar sentados a que las cosas cambien. Es transformar las visiones en realidades, pasar del “ojalá” al “hagámoslo”. La diferencia entre una idea y su concreción siempre será la acción.
En este sentido, podemos aprender mucho de los emprendedores. Porque emprender abarca mucho más que levantar una empresa, es concretar algo que antes no existía, hacer lo mejor que se puede con lo que se tiene y lo que se va descubriendo en el camino. Emprender saca lo bonito de cada uno y tiene que ver con una forma de mirar la vida de manera positiva y constructiva. Es, en el fondo, un acto de fe en el mañana.

He tenido la gran fortuna de conocer a hombres y mujeres que encarnan esta filosofía. Líderes sociales que revitalizan barrios vulnerables a través del deporte. Profesionales que conectan a los habitantes de localidades de todo Chile con las tecnologías del futuro. Mujeres que abren espacios en industrias dominadas por hombres. Cada uno de ellos partió con un sueño que parecía imposible, pero que se atrevieron a hacer realidad.

En estos tiempos de desencanto, necesitamos más personas así como ellos. Necesitamos emprendedores que construyan el país que queremos, no solo que critiquen el que tenemos. Necesitamos líderes que transformen y empujen a otros hacia adelante desde la convicción.

La actitud es una elección que determina el camino. En medio del pesimismo generalizado, creer, crear y construir es apostar por un futuro mejor cuando muchos han perdido la esperanza.

Yo elegí creer que se pueden lograr cosas grandes, que se puede vivir de manera más positiva y que se puede cambiar el mundo desde donde sea que estemos. Chile necesita más soñadores que hagan, más visionarios que construyan, más personas que entiendan que soñar -lejos de ser un escape de la realidad- es la forma más potente de transformarla.

Ese es mi acto político. ¿Cuál es el tuyo?

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