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Jeannette en pie de guerrera

¿Le funcionará a Jeanette ser una especie de periodista aguja que empuja a ese falso hombre tranquilo que es José Antonio Kast a salir de sus cabales?

Jeanette Jara ha aprovechado cualquier ocasión para enfrentar a su contrincante, dejar ver sus contradicciones, presionarlo de todas las formas posibles para dejar de ver las ausencias no solo de su campaña sino de su persona. Esta estrategia, en una candidata que había hasta entonces apostado todo a la simpatía, que había evitado con ahínco involucrarse en ningún tipo de polémica, podría parecer suicida. Pero cuando todos te dan por muerta, suicidarse es una señal de buena salud.

Si en la primera vuelta Jeanette Jara se esforzó en demostrar que no era “de esos comunistas” sino de “los otros”, que no era de “este gobierno”, sino de otro, hoy lo ha apostado todo a no ser José Antonio Kast. Su cálculo, en apariencia torpe, nace quizás de una intuición profunda: en Chile casi siempre gana la oposición. De alguna manera, aunque la elección no ha llegado, al darlos todos por ganador, Kast es simbólicamente el que gobierna. Y como tal, está obligado a defenderse, a guardarse, a protegerse, atrincherarse, es decir: a hundirse. El que desafía, el que provoca, el que nadie espera, el que todos dan por muertos en un electorado que le gusta las sorpresa, tiene una carta inesperada en su mano.

Es sabido que al electorado chileno no le gustan los peleadores, más aún cuando ese peleador es mujer. Tiendo a pensar que eso que era innegable en la transición chilena no es del todo cierto en el Chile de hoy, que ya no teme la dictadura o la Unidad Popular que la precedió y vive mejor conectado con las campañas de otros lares donde los candidatos se sacan los ojos impunemente. Parisi obtuvo parte de la votación que obtuvo denostando al resto de los candidatos con completa impunidad. ¿Le funcionará a Jeanette ser una especie de periodista aguja que empuja a ese falso hombre tranquilo que es José Antonio Kast a salir de sus cabales?

Por cierto, él usa todas sus energías en no caer en la trampa y mantenerse distante pero educado, seguro pero de algún modo ausente. Intenta comportarse de modo presidencial para no espantar el centro. No se mueve, espera. Pero su modo de esperar, ligeramente despreciativo, olímpico, distante, de alguna vez le da razón al retrato caricaturesco de él que Jeanette ha decidido entregarle al mundo. El retrato mismo de patrón que no se porta mal contigo porque no te ve, que no te odia porque siente que perteneces a otra especie que la suya. Un solitario que aguanta la política porque es parte de su misión pero que sería más feliz predicando en el Congo.

Después de haber intentado rebajarlo llamándolo José a secas, o Pepe, ha descubierto que es más doloroso llamarlo José Antonio. Olvida sin embargo que, a pesar de su semblante impávido, la resistencia es una de las cualidades principales de José Antonio Kast. Olvida también que la derecha sabe odiar, y que su militancia comunista y gubernamental consiguió esconderse detrás de esa simpatía, de esa generosa naturalidad, que sigue siendo su única arma razonablemente cargada. Hay más “chorrizos” de la pobla en la candidatura de Kast que en la de Jara, de romperse el fair play aparente de esta segunda parte ya se sabe pueden los bots y sus amigos de carne y hueso pueden hacer real daño. Un daño ante el que una candidata que ataca no puede denunciar o lamentar sin ser percibido como cínica.

El equilibrio precario en que puede Jeanette atacar sin ser una atacante, en que puede seguir estando del lado de las víctimas sin ser una victimaria, es estrecho y frágil. En cualquier momento la dosis del cóctel puede hacerlo imbebible. Pero al margen de cómo lo administre la candidata, uno no puede sino reconocer en ella la fuerza inaudita de intentarlo en contra de todo y todos.

Nadie en su sano juicio la da por ganadora y muchos en su comando solo piensan en conseguir una derrota que no sea humillante. Pero ella cree que puede conseguirlo. No es una ilusa, conoce los datos, pero sabe que su vida muchas veces ha desmentido toda suerte de estadísticas. Siente que tiene esa mezcla de suerte y destino que es lo que orienta la vida de la mayor parte de los políticos que yo he conocido. La certeza de que una virgen, unos dioses, unos antepasados te reservan un lugar en que nadie antes pudo pensar que llegarías. Da lo mismo cuánto cueste llegar, y cuánto tiempo se consiga sentarse en esa silla que uno cree que te espera: una fe no del todo ciega, pero sí tuerta, guía los pasos de quienes se sienten elegidos.

Kast es sin duda de esos que creen que el mundo les reserva un lugar especial en su mesa. Pero Jeanette no tiene menos hambre que él y tiene la ventaja de haber recibido la invitación después, de tener por eso ganas más nuevas, hambre recién llegada, sorpresa, asombro, que al mezclarle con la ambición convierte esta no solo en una fatalidad sino en un juego. Si consigue que más quieran jugar el juego con ella puede que este eleccion que todos dan por decretada no lo sea tanto.

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Foto del Columnista Paula Comandari Paula Comandari