La inscripción automática y el voto obligatorio conforman una combinación inédita desde que en 2012 la reforma constitucional estableció el voto voluntario. Aquella modificación buscó que los segmentos más jóvenes se incorporaran al padrón electoral, pero hoy ese universo potencial de votantes —que podría inclinar la balanza hacia resultados más sorpresivos— es aún mayor.
El nuevo esquema ha llevado a estimar que entre cinco y seis millones de personas que no habían asistido a las urnas podrían definir quiénes pasarán a segunda vuelta. Mientras que en las últimas elecciones presidenciales votaron alrededor de siete millones de electores, la base actual es significativamente más amplia.
En la antesala de los comicios, el Centro de Estudios Públicos (CEP) analizó este fenómeno. “El año 2025 marca un hito electoral en Chile: por primera vez, las elecciones presidenciales y parlamentarias se realizarán con voto obligatorio e inscripción automática”, señala.
Según el CEP, desde la implementación de este régimen en 2022, la participación electoral aumentó de manera sustantiva: pasó del 56% en la segunda vuelta presidencial de 2021 al 86% en el plebiscito constitucional de septiembre de 2022. Con ello se incorporaron millones de nuevos votantes, transformando así el mapa político.
Más indecisos
Para esta elección, el total de inscritos con derecho a voto alcanza los 15,8 millones de personas. A esto se suma el endurecimiento de las sanciones para quienes no concurran a las urnas: el Parlamento fijó multas que pueden llegar a los $103.000.
Los expertos han denominado a este grupo como votantes nuevos o esporádicos, pues no han participado en procesos anteriores. Se trata de un electorado obligado a votar, compuesto principalmente por jóvenes y por más hombres que mujeres, con un perfil socioeconómico de clase media-baja.
“Muchos de ellos, aún sin identidad política definida, representan un electorado más amplio, diverso y, a la vez, más impredecible. Todo esto ocurre en un escenario político con mayores dudas sobre el funcionamiento de la democracia (CEP 2025) y una creciente indiferencia hacia el sistema de gobierno”, indica el informe.
Nadie los representa
Las características sociodemográficas también introducen matices. Los indecisos son —con mayor probabilidad— mujeres, adultos mayores, residentes de zonas urbanas, sin pareja y con menor probabilidad de tener ingresos altos.
Según un análisis de la encuesta UDP de octubre, entre quienes votarán, un 26% lo hará únicamente por obligación y declara sentir baja representatividad. La frase “mañana igual tengo que trabajar” refleja el sentir de más de la mitad de la población, especialmente en los sectores socioeconómicos bajos.
“El clima electoral muestra poco entusiasmo, debido principalmente a la abundancia de candidaturas y a la falta de identificación con las campañas. Las expectativas están divididas entre quienes mantienen la esperanza de aprendizaje y mejora, y quienes creen que nada cambiará”, concluye el reporte.