“Mi gobierno ha actuado con una urgencia y velocidad históricas para restaurar la fuerza estadounidense en el país y en el exterior“. Así comienza el documento de 29 páginas firmado por Donald Trump sobre la nueva Estrategia de Seguridad Nacional de Estados Unidos, la cual busca ampliar su presencia militar e influencia en América Latina.
Publicado el pasado 4 de diciembre, el documento plantea que el gigante norteamericano debe, en primer término, reforzar su influencia en sus áreas históricas de interés para luego avanzar en la consolidación de su poder global: “Estados Unidos debe ser preeminente en el hemisferio occidental como condición para nuestra seguridad y prosperidad“.
“Tras años de abandono, Estados Unidos reafirmará y aplicará la doctrina Monroe para restaurar la preeminencia estadounidense en el hemisferio occidental”, señala el documento, que define este enfoque como un “corolario Trump a la doctrina Monroe”. De ahí surge el término doctrina Donroe, una combinación del nombre de Donald Trump y del presidente que articuló el principio original, James Monroe, en 1823.
Bajo el viejo mantra de “América para los americanos”, concebido para frenar la influencia de potencias extrahemisféricas, América Latina y Chile quedan así insertos en un nuevo escenario geopolítico. Un giro que comenzó a perfilarse con el regreso de Trump a la Casa Blanca y que se vuelve cada vez más explícito con la presentación formal de este documento.
La nueva estrategia de seguridad de Estados Unidos: contra el libre comercio y el multilateralismo
“El texto revela que Estados Unidos, bajo la administración Trump, adopta una postura abiertamente contraria al libre comercio y al multilateralismo, a lo que se suma la llamada Doctrina Donroe“, explica en diálogo con EL DÍNAMO Paz Zárate, abogada internacionalista y docente de la Academia Diplomática de Chile. “A estos elementos se añade un cuarto componente: la consideración de Europa como un adversario estratégico“, añade Zárate.
La idea central de esta estrategia, sostiene la especialista, es que tanto el comercio global como las instituciones internacionales deben ahora supeditarse derechamente a los intereses de Estados Unidos, “un giro bastante grave”. Una de las primeras expresiones concretas de esta lógica fue la imposición unilateral de altos aranceles a inicios de año, utilizados como una “herramienta de presión” sobre otros países para conseguir distintos fines.
“El libre comercio y la inversión extranjera directa, de variado origen, han beneficiado a la mayoría de los países de la región, por lo que resultaría muy difícil privilegiar a un solo actor —en este caso Estados Unidos— por sobre los demás”, advierte la experta.
En ese contexto, el caso de Chile resulta “paradigmático”, ya que su apertura al mundo responde a una política de Estado mantenida por 40 años. “Chile es el país del mundo que cuenta con la red de tratados de libre comercio y de protección a la inversión más amplia a nivel global. Por lo tanto, responder a este tipo de presiones es especialmente complejo, independientemente de quién esté en La Moneda”, señala.
“América para los americanos”: la intención de involucrarse en la política de América Latina
Para Trump, los países de América Latina aparecen hoy como el origen de varios de los problemas que enfrenta Estados Unidos, entre ellos la migración irregular y el narcotráfico, ambos señalados explícitamente en el documento de estrategia de seguridad. Es en este marco donde se abre la puerta a una mayor injerencia en las políticas internas de la región, particularmente bajo el argumento del combate al narcotráfico, que Trump ha equiparado al terrorismo.
“El narcotráfico está siendo utilizado como una excusa para plantear ataques a la soberanía territorial no solo de Venezuela, sino también de Colombia y México”, advierte Paz Zárate, subrayando el carácter especialmente alarmante de esta situación en los dos últimos casos, al tratarse de democracias y no de una dictadura como en el caso de Nicolás Maduro.
Chile no queda al margen de este escenario. Este lunes, Trump se atribuyó el triunfo de José Antonio Kast en las elecciones presidenciales. “Esto no debe leerse como una simple jactancia, sino como parte de su visión geopolítica para la región”, dice la experta, aludiendo a antecedentes como la intervención en el proceso electoral de Honduras o el rescate económico otorgado a Argentina condicionado a un triunfo de Milei.
Es en este contexto que la abogada internacionalista enciende las alertas respecto del futuro. “Me preocupa que el presidente electo de Chile no cuente con un programa claro de política exterior ni de relaciones internacionales. No sabemos qué esperar, y nuestras relaciones son entre Estados, no entre personas”, concluye.