
Los empresarios chinos en Chile están bajo la lupa. Luego de una arremetida liderada por la Multigremial Nacional, que encabeza Juan Pablo Sweet, se solicitó a una serie de servicios públicos —entre ellos el Ministerio del Trabajo, el Ministerio de Salud y el Servicio de Impuestos Internos— tomar acciones para fiscalizar cómo están funcionando estos populares comercios.
La acción tuvo eco. Primero partieron los cierres de Lida y Kassa en Ñuñoa, y luego el del mall chino más grande de Chile, Lida Center, en Providencia. Fiscalizaciones por el rotulado de alimentos, por las condiciones laborales y por las patentes comerciales se han sumado a la ofensiva.
Tras todos estos locales opera un empresario chileno que viste marcas de lujo y compra productos directamente en China.
Quién es Renzo Silva
“¿Sabes dónde compré esto? En AliExpress”, dice Renzo Silva en conversación con EL DÍNAMO en su discreta oficina en una galería del sector oriente. Las paredes están decoradas con planos de calles y el escritorio está lleno de pequeñas colecciones: relojes de bolsillo, encendedores, mini figuras de superhéroes. En el lobby, un antiguo Macintosh llama la atención.
Ese es su centro de operaciones, bautizado como DDI (Grupo de Desarrollo Inmobiliario). “Los chinos no van a reclamar nunca. Van a arreglar sus temas callados”, asegura el gestor inmobiliario, que ha sido bautizado como una especie de rey de los malls chinos.
Renzo Silva Véliz es oriundo de Viña del Mar. Estudió Ingeniería en la desaparecida Universidad Marítima, aunque no se tituló. Muy temprano -asegura- comenzó, por nexos familiares, a ayudar en el corretaje de propiedades. Y ganó plata, mucha para la época de los noventa, afirma.
En la Región de Valparaíso tuvo muchos negocios: moteles, bares, los famosos “Todo a $500”. Pero su reconocimiento vino después, en 2012, tras administrar un local comercial en avenida Santa Rosa. Entonces conoció a un empresario chino.
“Los habían estafado con unos locales, y entonces me pidieron ayudarlos”. Fue su primera gestión inmobiliaria para los bautizados malls chinos. Y de ahí no paró. Ha colocado, calcula, unos 80 o 90 locales de este tipo.
En Chiguayante, en Independencia, en avenida Las Condes. La presencia está repartida por todo Chile.

– ¿Cómo fue ese primer negocio con los chinos?
– Al primer empresario chino que conocí lo habían estafado, y yo tenía la gestión de un antiguo local Bigger en Santa Rosa. Como tenía contactos por aquí y por allá, empecé a hablar con los chinitos hasta que me fui dando cuenta de que los habían timado con mucha plata. Quisieron hablar con nosotros para ayudarlos. Ahí colocamos el primero.
– ¿Y cómo fue creciendo el negocio de buscarles locales?
– Ellos me fueron llamando por la confianza. Me preguntaban si tenía otro local, y en ese entonces estaba todo el ajuste que había hecho la cadena Unimarc. Fui a hablar con ellos y comencé a ocupar algunos locales que tenían cerrados o no estaban usando. Eso fue cuando nadie quería hacer negocios con un empresario chino.
– Se estiman entre 180 y 190 los malls chinos en todo el país. ¿Te hace sentido ese número?
– Yo diría que son más. Hay muchos chinitos que pasaron directo al sur del país y lo tienen plagado de locales. Se instalaron allá, incluso en localidades remotas.
– ¿Por qué les interesa venir a Chile?
– Porque ven que es un país estable.
– ¿Te haces socio de ellos?
– No, solo trabajo en la parte inmobiliaria. Yo trabajo directo con cuatro o cinco empresarios que son quienes traen grandes cantidades de mercadería a Chile —los containers— y ponen sus locales.
La ola fiscalizadora
El boom del desembarco chino, asegura el empresario Renzo Silva, fue en 2015, cuando ocuparon ubicaciones más estratégicas. Ahí comenzaron a tomar posiciones clave y a ser más visibles en diferentes comunas de Chile y de Santiago.
Mientras conversamos, el teléfono suena varias veces y Silva se fuma un par de cigarros. También fue fotógrafo, relata. Por eso las cámaras de fotos son parte de los muchos artículos de colección que tiene.
Su nexo con un gran operador chino lo mantiene como gerente inmobiliario de la cadena Alistore, la cual también fue fiscalizada la semana pasada en Las Condes, pero sin mediar un cierre o clausura.
Silva cree que toda la ofensiva contra los empresarios chinos está poco justificada: xenofobia, permisología y trabas para que regularicen sus negocios. “¿De dónde traen los productos los de la Multigremial?”, lanza, en referencia a la polémica que se ha levantado en las últimas semanas.
– Existe una impresión de que los empresarios chinos se saltan muchas normativas…
– Es errado. Nosotros, que estamos en la parte inmobiliaria, si firmamos un contrato con una empresa o un fondo de inversión, con un mall, esos contratos tienen normativas para todos los operadores. Hay multas y te exigen cumplir con una serie de normas: bomberos, sanitarias… Todo lo que exige la municipalidad debes cumplirlo. Por eso me extraña cuando a veces dicen que no tienen patente. La gran mayoría de los locales exige todo ese tema.
– ¿Dónde radica el problema?
– Muchas municipalidades te tramitan para darte la patente definitiva. Soy yo el que tramita esas patentes. Presentamos planos al municipio para que puedan sacar sus permisos definitivos en el plazo legal de un año. Muchas veces se ven retrasadas por gestiones de terceros.
– ¿Afectó el lío político que se gestó por el problema de un empresario chino con Karol Cariola?
– Lo que vi por la prensa es que le preguntaron con quién podían hablar para el pago de una patente que se había atrasado. No le dijo: “Pásame una patente”.
– ¿Pero son empresarios que cumplen con la regulación?
– Es que siempre cumplen todo. Que se te haya pasado un plazo de pago… a mí también se me han pasado. Fue una persona que, como cualquier mortal, se le olvidó hacer un pago. ¿Se te ha olvidado pagar una cuenta alguna vez? Es lo mismo.
– La polémica surgió tras las acusaciones de la Multigremial de que no cumplen la normativa.
– Eso es una incongruencia. ¿Dónde compran sus productos los empresarios de la Multigremial? En China, en Estación Central. Sí, por ejemplo, en el caso de la comida, hay artículos que no están rotulados, pero en el caso de mis clientes, si opero en un strip center, ellos tienen normas: no puedes vender comida que no esté rotulada o que no cuente con resolución sanitaria.
– ¿No es una práctica masiva?
– Cuando se masifica que no hay rotulación, hay que tener cuidado. Hay dos temas: uno es no estar rotulado y otro, más grave, es no tener resolución sanitaria.
– Pero el Lida de Providencia lo cerraron por incumplimientos laborales “graves”…
– Pero puso todo en regla y reabrió. Hay otro tema de fondo: son espacios que llenan muchos migrantes que no tienen cómo regularizar su situación.
– También ha habido una fiscalización a productos electrónicos.
– Pero el tema de la SEC, mira, es lo mismo que lo anterior: todos los productos entran por Aduana. Si yo tengo un producto electrónico y no cumple con la normativa, no puede entrar. Si no tengo la certificación eléctrica, Aduana no permite el ingreso. Entonces, ¿cómo puede haber tanta incongruencia? Un producto debe tener su certificación. Te abren un contenedor, te lo revisan, te pueden pedir documentación. Aduana es complicada para ingresar cosas a Chile. Si la Aduana te certifica, puedes vender el producto.