Los mercados a los que estamos habituados en Chile, y también en buena parte del extranjero, constituyen un regadero de vida para sus visitantes. Los separa del mundo una puerta y tras ella se dibuja un ambiente repleto de colores, olores, códigos ininteligibles, historias felices o trágicas, hábitos de habla que se construyen y destruyen cada mañana. El léxico muta, y el ritmo del trabajo aflora con una libertad envidiable. Los mercados son eso: humanidad envasada que se mueve con velocidad inaudita frente a nuestros ojos. Sin embargo, el Mercado Municipal de Viña Del Mar, no. Hoy no respira vida, sino silencio.
El proyecto que busca desarrollar la Inmobiliaria Las Salinas, y que considera una inversión total de USD 1.300 millones a 2040, enfrenta la oposición de la alcaldesa Macarena Ripamonti.
Los destinos turísticos favoritos suelen combinar atractivos naturales con actividades típicas dieciocheras, como fondas, ramadas y celebraciones tradicionales.